jueves, 20 de abril de 2017

EL CHISTE DEL MES

Entre una sonrisa y una reflexión, un canto a la esperanza. Y para colaborar con el día del libro, próximo ya, dejo aquí esta estupenda viñeta de Flavita Banana, fabulosa dibujante, ilustradora y viñetista. Para muestra este botón.


viernes, 7 de abril de 2017

LA POESÍA DEL MES

En la última reunión de nuestro libro nº 100, EL CAMINO, se hizo referencia a un hecho trasversal que quedó en el aire, el tañido de las campañas en el funeral. Las distintas formas de sonar y sus significados para la gente del lugar. Ese sonido que penetra hasta el mismísimo tuétano. Y en este momento apareció Rosalía de Castro con sus versos hacia las campana, y a mí me dio pie para la entrada de este mes.
Espero que os guste. A disfrutar.

Yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido de cordero.
Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.
Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.
Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!
¡Qué silencio en la iglesia!
¡Qué extrañeza entre los muertos!

martes, 4 de abril de 2017

NUESTRO CLUB AMIGO "AQUÍ CABEMOS TODOS"

Tras dudas sobre la fecha de la reunión, que era el 30 de marzo, como yo os había dicho, nos juntamos con los componentes de nuestro Club amigo, Aquí Cabemos Todos, dirigido por Nieves formado por miembros de Asprodema Nájera.
Un gustado de reunión, con un tema interesante y participativo, creo que más que otras veces, ya que pusimos el dedo en la llaga respecto a algunos componentes de la reunión, que se vieron identificados, por diversas circunstancias, con el relato.
¿Que relato?, Bailar un tango en Madrid, un historia adaptada para la lectura fácil que nos puso en la piel del emigrante y los esfuerzos que conlleva salir a delante en otro país. En definitiva, una historia de superación.
No hay más que ver la foto para darse cuento del grado de satisfacción de la reunión.


lunes, 3 de abril de 2017

EL CAMINO

Y llegó el 100. Nuestro libro número cien en el Club y nuestro libro cien en todo los sentidos. ¡Como lo hemos pasado! Ha supuesto una bacanal lectora. Una verdadera hemorragia de satisfacción el haber disfrutado con el Grupo esta novela. Dos sesiones, solamente dos sesiones, una pena, pudieron haber sido veintidós y treinta y dos, pero hay que dar paso a otros libros y otros goces.
Nos hemos trasladado a nuestra infancia, a nuestro pueblo, a nuestra pandilla, travesuras, juegos, quehaceres y vivencias. Recordado a las vecinas, al cura, a la maestra... La fiesta patronal con su procesión, su volteo de campanas, sus cucañas, sus partidos de pelota o fútbol. Nuestro primeros amores. Ah! nuestros primeros amores.
No se puede pedir más. Es la pura verdad. Todos los miembros del Club han sido claros y unánimes con la valoración de El Camino.
No voy a recomendar su lectura, no es necesario, allá cada cual con su vida, pero un chute de felicidad no le viene mal a nadie.
Hemos progresado adecuadamente. Y para ello no hemos tenido que coger ningún tren, solo unas pocas hojas bien escritas.
He dicho.


TITULO DEL LIBRO: EL CAMINO
 
                       
AUTOR: MIGUEL DELIBES (VALLADOLID 1920 - 2010)

 
ARGUMENTO: El progreso, el camino que hay que seguir para progresar y las decisiones que se teman para ello. O lo que es lo mismo, Daniel, el Mochuelo, Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso. En la noche previa a marchar a la ciudad para continuar los estudios y progresar, Daniel, el Mochuelo, no logra conciliar el sueño. Va a ser la primera vez en sus once años de vida que abandone del pueblo. Desazonado y descorazonado, en esa noche de insomnio recuerda las andanzas por su pueblo, sus gentes, costumbres, fiestas, travesuras y en definitiva toda su corta pero intensa vida.

 
VALORACIÓN: Alucinante. Te deja flotando de pura satisfacción. Es una gozada de cabo a rabo. Todos su capítulos son un canto a la vida, a la naturaleza, a lo rural, a la infancia. Una obra llena de ternura, pero sin empalagar; humor, pero sin hartar; de tragedia, pero sin saña; de pasión, eso sí, de pasión a raudales, una pasión que se mete hasta el tuétano y no te deja hasta la frase final con la que por fin puedes soltar todo lo que llevas dentro. Probablemente una de las obras primordiales de la literatura del pasado siglo. Se le califica como GRAN RESERVA.

EL RINCÓN DE PILAR

Comenzamos abril florido y hermoso con nuestra poeta particular. Todo un lujo tener a Pilar entrelazando libro y tras libro y hacer una pequeña obra de arte de cada una de nuestra novela. Una labor encomiable y que agradezco mucho.
A disfrutar verso a verso.


EL SEÑOR PIP

Todo el mundo lo llamaba “Ojos Saltones”

estaba demasiado concentrado

en lo que tiene ante sí, para fijarse

en una niña descalza de 13 años.

Parecía haber padecido un gran sufrimiento

y no haber conseguido olvidarlo,

vestía diariamente el mismo

raído traje de lino blanco

Nunca lo veíamos sonreír,

cuando se ponía la nariz de payaso

era tanta la tristeza de su rostro

que mirábamos para otro lado

Los niños mas pequeños solo veían

a un hombre blanco arrastrando

un carro con una mujer negra

que apoya en la baranda sus manos

-¡Está como un cencerro!- decíamos

vivían en la vieja casa del párroco

no tenían hijos y él era en la isla

el último hombre blanco

No volví a llamarle “Ojos Saltones”

desde que nos convocó en la escuela

-no soy maestro- nos dijo-

pero lo haré lo mejor que pueda

Os hablaré del señor Dickens

y su obra maestra “Grandes Esperanzas”

Sentí que Pip, el niño del libro

personalmente me hablaba

Había encontrado un amigo

los personajes estaban con nosotros

para convencernos de ello

solo teníamos que cerrar los ojos.

El Señor Wats invitó a los adultos

a compartir con nosotros

consejos prácticos a cerca

de como sobrevivir en su entorno.

Sorprendí a mi madre con palabras

que ella desconocía,  ignoraba

que otros niños también contaban

episodios de Grandes Esperanzas

Aprendimos el significado de caballero:

“persona que pase lo que pase

por difícil que sea su situación

nunca olvida sus modales”

Madre no quiso volver a escuchar

mas episodios de esa historia maldita

temía que la Inglaterra Victoriana

se llevara a su querida Matilda.

No ve al Señor Wats como nosotros

habíamos llegado a verlo

para ella los blancos son culpables

del cierre de la mina y el bloqueo

Me identifico con el pequeño huérfano

y con ese lugar frágil donde se apretujaba

entre el amable y adorable Joe Gargery

y su malvada y horrorosa hermana,

porque, entre el Señor Wats y mi madre

ese mismo espacio surgió

supe que entre ellos habría un conflicto

y que tendría que elegir entre los dos.

Escribo en la playa su nombre “PIP”

allí donde las olas no pueden borrarlo

la malaria empieza a robarnos niños

la noche se llena de lacerantes llantos

 

Antaño, cuando llegaron los misioneros

la fe en dios nos inculcaron,

pero cuando quisimos conocerlo

se negaron a presentárnoslo.

A pesar de ello, madre se agarra

a los preceptos del libro sagrado

como a un chaleco salvavidas

se aferra con tesón un náufrago.

Madre camina despacio

como una gran vela contra el viento

aunque tiene una bella sonrisa

siempre mantiene adusto el gesto.

En clase, ella nos habla de la creación

del mundo y la predicción del tiempo

observando los agujeros que hacen

en la arena de la playa los cangrejos.

Si dejan su guarida sin taponar

es presagio de buen tiempo

si lo cubre pero no lo alisa

lloverá pero no soplará viento

 

 

Bougainville es un lugar fértil

basta echar unas semillas y en tres meses

se convierten en una planta

de lustrosas hojas verdes.

Con el machete evitamos que la selva

invada las escarpadas laderas,

enterrando nuestro poblado

entre flores y enredaderas.

Los blancos australianos explotaban la mina

reconocíamos sus yates en el mar,

los japoneses dejaron un arsenal de armas

de la segunda guerra mundial.

Los rebeldes las repararon

en talleres secretos de la selva,

con un poco de maña y mucho empeño

las dejaron como si fueran nuevas.

 

Tras 6 meses de trabajar en la mina

nombran a mi padre encargado

empezaron las borracheras

al estar en contacto con los blancos

Los blancos abandonaron la isla

mientras los soldados del gobierno

acorralaban a los rebeldes

carentes de trabajo y dinero

Adoptaron a mi padre se fue con ellos,

lo imaginaba bebiendo cerveza

con zapatos y pantalón corto

y  una sonrisa sinvergüenza.

Partieron hacia Townsville

cuando se clausuró la mina,

en postales nos contaba que el dinero

colgaba en las fábricas de las vigas.

Cuando íbamos a reunirnos con él

se rebelaron los hombres de Francis Ona

declarando la guerra a la mina

trayéndonos los soldados “Pieles Rojas”

Pasaba los dedos por mi cara buscando

algún rastro revelador de mi padre

él tenía los labios carnosos, los mios

eran finos como los de madre.

Sacrificaría cualquier parecido físico

a cambio de que no me hubiera olvidado,

donde quiera que se encontrase

en el lejano mundo de los blancos.

Se apagaron las luces para siempre,

el combustible se había acabado,

dejamos de ir al colegio cuando las maestras

en el último barco  marcharon.

 Veíamos los helicópteros dirigirse

en linea recta mar adentro,

al llegar a un determinado sitio

daban la vuelta emprendiendo el regreso,

como si se hubieran dejado algo,

y nosotros desde tan lejos

no veíamos como los “Pieles Rojas”

 lanzaban al mar a sus prisioneros.

 

Huimos todos hacia el bosque

al oír los helicópteros acercarse,

ocultos, aterrados, silenciosos,

salimos al escucharlos marcharse.

En el claro, el sol caía a plomo

sobre nuestros inertes animales,

cortaron estacas de tendederos y huertos

se tiñó de pena la plácida tarde.

Esta visita de los “Pieles Rojas”

nos afectó de diferente manera,

unos preparan planes de fuga

otros escondían su comida en la selva.

Todos queremos que terminen

los combates y se reabra la mina

a pesar de que los pescadores cuentan

que hasta los arrecifes llega la mancha  rojiza

Echamos de menos tener dinero

para poder comprar comida

ahora, como en  tiempos de nuestros abuelos

solo comemos lo que nos ofrece la isla

Los “Pieles Rojas” saben donde estamos,

también lo saben los “Rambos”

así es como llaman a los rebeldes

de pañuelo en cabeza y andar descalzo.

Cuando escucho un helicóptero

se lo que se siente cuando el corazón

deja de pronto de latirte

y se te corta la respiración.

Sam, el hermano de Victoria

llegó a la aldea, estaba herido,

pusiéronle una madera entre los dientes

y empezaron a cortar con un cuchillo,

para sacarle las balas que los pieles rojas

le habían empotrado en la pierna

el padre de Gilbert las van extrayendo

y dejándolas sobre la hierba.

 

El Señor Wats está de pie ante nosotros

absorto en el recuerdo de algún lugar,

que ninguno de nosotros había visto

ni podemos siquiera imaginar

- las historias que yo os cuento- nos dijo-

tienen que cumplir una misión

no pueden quedarse tiradas

 como perros holgazanes al sol.

 Pip es un huérfano que le han dado

la oportunidad de hacerse a sí mismo,

dejando el hoyo en el que estaba

para convertirse en  dueño de su destino.

Su experiencia nos recuerda

la experiencia del emigrante,

marchando en busca de un sueño

o una vida mas favorable-

Daniel, increpa al Señor Wats

quiere saber como se siente siendo blanco

-como el último mamut, un poco solo-

le responde al pequeño retrasado.

 

Vuelven los pieles rojas antes del amanecer

nos despiertan voces y agudos silbidos,

somnolientos formamos en linea

hoy nos pillaron desprevenidos.

-Dadnos el nombre de las personas

de la aldea. No tenéis nada que temer-

su voz sonaba agradable

no gritó ni una sola vez.

Los soldados recorren la fila

recogiendo nuestros nombres,

-hay chicas en la aldea- comentan-

pero ¿porqué razón no hay jóvenes?

Quieren conocer a Pip, han visto

su nombre escrito en el arenoso suelo,

les informan de que es un personaje de libro,

voy a buscarlo pero no lo encuentro.

Entran en nuestros hogares lanzan

nuestras pertenencias por la ventana,

esterillas de dormir, ropa, enseres,

y forman una gran montaña.

Ahora el rostro del oficial

tiene una peligrosa expresión,

la rabia ha desaparecido

sustituida por un aire calculador.

La llama cobra forma, nuestras cosas

crepitan como manteca de cerdo,

todo queda reducido a cenizas,

ya no tenemos más que lo puesto.

 

El Señor Wats se disculpa ente una gente

que no pueden siquiera alzar la vista

lo dejan abrasarse bajo un sol tórrido

sin ofrecerle una respuesta de cortesía.

Grace lo conduce de la mano a casa,

sabe que no va a obtener respuesta,

se alejaron, uno alto, blanco y flaco

la otra negra de anchas caderas.

Sobre una viga, la esterilla de mi padre

de las llamas se ha salvado,

noto en su interior algo duro, esta

envuelto en ella el libro ansiado.

¿Porqué mi madre tenía el libro?...

recordé a los aldeanos aterrorizados

y a mi madre de pie ante ellos

con la cabeza baja y los ojos cerrados.

Quiso destruir a Pip y al Señor Wats,

ese blanco descreído que se proponía

rivalizar con ella por conseguir el cariño

de su queridísima Matilda.

Guardó silencio cuando hubiera podido

las pertenencias de la aldea haber salvado

yo no podía devolverlo sin traicionarla,

al decir donde lo había encontrado.

Volví a colocarlo en su sitio,

de noche, madre fingió no ver la estera,

nos envolvimos en un denso silencio

acomodadas en el suelo de madera.

Me muestro distante con mi madre

tumbada a su lado en la obscuridad,

yo era la persona mas importante para ella

sé que no me querría defraudar.

Organizan la búsqueda del desconocido Pip

madre y yo en nuestro silencio encerradas

veíamos hombres necios con machetes

adentrándose en la selva para darle caza

Quienes conocían la existencia de la novela

sabían que lo único que salvaría sus casas,

era encontrar el libro con el nombre de Pip

desperdigado por sus páginas.

 

Vuelve el Señor Wats a tirar de su mujer

y a ser de nuevo “Ojos Saltones”

con su nariz roja de payaso

y sus ojillos tristones.

La gente creyó que él podría tener el libro

se encaminaron hacia su casa

yo hubiera podido detenerles

pero fui cobarde y no dije nada.

Me acerqué a la puerta, miré dentro

vi sacar los enseres de la casa,

arrastraban aparatos por el suelo

en una pila los amontonaban.

Todo lo consumió el fuego, la hoguera

era mas espectacular que la anterior

porque había mas madera

nadie intentó ocultar su implicación.

 

Llegaron los “Pieles Rojas” como gatos sigilosos

vertieron en las puertas de las casas queroseno,

sin gritos de jubilo ni disparos al aire

nos obligaron a prenderles fuego.

Madre lo hizo sabiendo que el ejemplar

Grandes Esperanzas se perdería para siempre,

no quedó en el pueblo un triste cobijo

donde poder guarecerse.

Fue un agotador trabajo, en dos días

 habíamos construido casas nuevas

mas sencillas y menos confortables

pues el suelo no era de madera

Dejan entrar las torrenciales lluvias

los techos rotos de nuestros refugios,

el sol mordiente de la mañana

y las estrellas brillando en el cielo oscuro

 

Volvió el Señor Wats a la escuela

dijo: ¡todo lo hemos perdido

pero no pueden arrebatarnos

la libertad de pensamiento y juicio!

Rescatemos Grandes Esperanzas

no permitamos que caiga en el olvido,

cuando recordéis algún fragmento

en clase podremos compartirlo.

Mi madre había arrinconado su sentido

de la culpabilidad en algún sitio,

reanudó contra el Señor Wats

sus comentarios mas ofensivos,

lo creía un tonto de remate

incapaz de valerse por sí mismo,

Lavamos la ropa, mientras se seca

nos sentamos al sol, desnudos,

andamos descalzos, lo mas difícil

es el aburrimiento nocturno.

 

Recuerdo la frase: ¿acaso no tienes

tu propia sombra con qué jugar?

me aferro a ella con todas mis fuerzas

y corro a la casa del Señor Wats.

Subo las escaleras, abro la habitación

suelto la frase a bocajarro,

el Señor Wats no se alegra de verme

está mohíno, como apesadumbrado.

Reparo apenas en la pesadumbre de su voz

 pero no advierto su exagerada tristeza

abraza el cuerpo de su esposa

mientras acaricia su cabeza.

Ella esta  como dormida,

 su cara muestra una expresión serena,

como disfrutando de una quietud merecida

tras una prolongada y fatigosa carrera.

Me decepciona su apática respuesta:

-¿te gustaría escribirlo, Matilda?

en el bolsillo de mi chaqueta blanca

tienes cuanto necesitas-

Que triste resuena su voz

apunto la frase en el cuaderno

al día siguiente al despertarme

madre dice que Grace ha muerto

No podía dejar de preguntarme

si ya estaba muerta cuando escribí la frase

me avergoncé al recordar mi decepción

cuando el Señor Wats no intento elogiarme.

Con machetes y bastones

cavan un hoyo en la ladera,

con las manos vacían la fosa,

 la última estancia de la negra.

Recuerdo el rumor delicado de los pasos

y el silencio de los presentes,

el aire húmedo que olía a bosque

y el tintineo de los torrentes

vertiéndose en las luminosas charcas,

eran los sonidos del mundo,

que ajeno al drama de los humanos

seguían adelante con lo suyo.

 

La gente del pueblo le consolaba

y todos los que a Grace conocieron

ofrecieron al reciente viudo

el propio fragmento de sus recuerdos.

-”Era capaz de permanecer bajo el agua

mas tiempo que los demás”...

“Era en la escuela la mas inteligente

hablaba con las monjas en alemán”

Acudieron a sus memorias miles de cosas:

el color de las cintas del pelo,

que llevaba al colegio cuando era niña

y como perdió un diente delantero.

Lo orgullosa que estaba de sus primeros zapatos,

tanto es así que los llevaba

a todas partes con ella

aunque siguiera caminando descalza.

Ganó una beca para estudiar en Australia

en el pueblo muchísimo se alegraron

porque iba a mostrar la inteligencia

de un negro en el mundo de los blancos.

-Cuando regresó al pueblo sin carrera

acompañada de un hombre blanco

no comprendimos que estaba enferma

ni supimos comportarnos-

 

Llevaban los rebeldes tres años en la selva

tendiendo trampas a los “Pieles Rojas”

portaban armas de otra guerra

sucios jirones lucían sus ropas.

Llegaron a la aldea sin previo aviso

buscando mujeres con quien desahogarse

madre se coloca ante el refugio protegiéndome

ignora la magnitud de su paciencia y aguante

Quieren saber porqué permanece

un hombre blanco entre los negros

el Señor Wats comienza su relato

-Matilda- me dijo- ve traduciendo:

Cuando su padre desapareció en el mar

se olvido del niño su madre borracha,

fue criado por la señora Ryan

una reclusa con una enorme casa.

Él ayudaba a la anciana en el jardín,

ella le dejó la casa en herencia,

dividió en dos la casa y alquiló

una parte a una guapísima negra.

No conocía a nadie que tuviera

una mirada tan traviesa y  pícara

un simple y delgado tabique

separaba sus cotidianas vidas.

La imaginaba guisando, llenando la bañera,

es experto reconociendo sus movimientos,

la sospechaba en el suelo aovillada

con los pies ocultos bajo el redondo trasero,

como cuando iba a cobrarle el alquiler,

los sábados hacía la colada y se lavaba el pelo,

él esperaba impaciente ante su ventana

ver pasar el chorreante cortejo.

Fue azotada por intensos vientos

la fachada lateral de la casa,

los tejados salieron despedidos

desapareció el tabique que los separaba.

Pusieron en su lugar una mesa de madera

cada uno la utilizaba por su lado,

hasta que ella acercó posturas

y asiendo su mano la apoyó en su regazo

Nació y murió su niña Sarah

 es así como un hombre blanco

 en mulato se transforma

 y el negro se convierte blanco.

Grace había escrito el nombre de sus parientes

en la habitación desocupada,

para que ella eligiera a su gusto,

él escribió  las más útiles soflamas:

la historia del mundo entero,

cosas que te indican donde está tu casa,

como interpretar los sueños

o como encontrar tu perdida alma.

 

El dolor por su pérdida hizo

que Grace cayera en una depresión,

no se levantaba no hablaba,

el Señor Wats imaginó

que la única manera de curarla

era que ella se reinventara,

La Reina de Saba entró en sus vidas

mujer negra, hermosa y muy sabia

que buscó a Salomón para rivalizar

con la sabiduría del rey tan legendaria

el Señor Wats con su nariz de payaso

 tirando de un carrito la paseaba.

Al oír al Señor Wats los rambos callaban

hasta los árboles prestaban atención,

también las ancianas escuchaban

con el respeto que reservan a la oración.

 

La señora Sutton media su riqueza

por la cantidad de sueños que tenía,

los escribía en un papel

y envolvía con él una piedrecita,

después lo metía en el bolsillo de su ropa,

cuando al verla se mofaba su marido

 se retiraba a esperar en un lugar silencioso

 el regreso del sueño hecho añicos.

Pero un buen día no regresó

y su marido salió a buscarla,

la habían visto dirigirse al río

encontró un papel en el agua.

Llevaba escrita la palabra “efímeras”

fue a la biblioteca, buscó en sus archivos,

supo que las efímeras viven hasta 3 años

en el limbo del lecho del río.

Cuando mueren salen de las aguas

y se convierten en insecto alado

las persiguen hasta fecundarlas

montones de insectos machos.

Las efímeras vuelan río arriba

bombardean con sus huevas el agua

cuando acaban caen agotadas al río

y alimentan a las ranas.

El señor Sutton vadeaba el arroyo

intentando ver a través del agua

donde podía encontrarse su mujer

con varios millones de larvas.

Después, gritando y armando jaleo

trataba de alcanzar a las ranas

con los cantos y las  piedras

que en sus bolsillos portaba.

 

Seguí al Señor Wats colina arriba

y me pidió guardar un secreto,

dentro de cuatro días llega un barco

el padre de Gilbert nos llevará a su encuentro.

Llegaremos a las islas Salomón

también madre vendrá con nosotros,

parte de mi empezó a despedirse

de las cosas que llenan mi entorno,

de los trinos de los pájaros al amanecer,

de los árboles del inestable cielo,

de los impetuosos torrentes de las montañas

de los singulares ruidos de los cerdos.

Una mañana al levantarnos

los “Rambos” habían desaparecido

llegaron los “Pieles Rojas”

trayendo con ellos a un rebelde herido.

Le pidieron que señalara al Señor Pip

y él señaló hacia el colegio...

Descuartizaron al Señor Wats

echaron sus trozos a los cerdos.

¡Alguien ha visto algo? los “Pieles Rojas”

irónicamente preguntaron

-Yo lo he visto todo- aseguró con orgullo

Daniel, un niño mentalmente retrasado.

Se lo llevaron hacia la selva

su abuela pidió acompañarlo,

madre, en un alarde de valentía dijo:

-señor, yo he visto descuartizar al blanco

estoy aquí como testigo ante dios

era un buen hombre y lo han matado-

La abofetearon, la llevaron al bosque

y entre varios la violaron.

Corrí a la selva buscando a mi madre

quería saber que ocurría,

madre ofreció su vida a cambio

de que respetaran la mía.

Tras violarla en mi presencia

corrió la suerte del maestro,

con un machete la descuartizaron

y se la comieron los cerdos.

Nos movíamos como espectros

para llevar a cabo las labores funerarias,

mi corazón seguía latiendo

aunque yo le pedía que parara.

Cuando los “Pieles Rojas” se marcharon

sacrificamos y sepultamos a los cerdos,

fue lo único que se nos ocurrió para darles

al Señor Wats y a madre un digno entierro.

 

Se desborda el río,  se arremolina

al llegar las lluvias torrenciales

se desprende, invade orillas

se queda atrapado en espirales.

Un muro de agua me arrastró al río

pensé en acabar con todo y dejarme morir,

pero entendí cuando me ahogaba en el fondo

que debía luchar por sobrevivir.

Choqué contra un tronco grande

aferrarme a él, salvó mi vida

 la llamé señor Jaggers, como el hombre

que salvó a Pip, mi amigo en la fantasía.

Apareció remontando el río

el padre de Gilbert con su barca,

navegamos mar adentro al encuentro

del barco que nos llevaría a Australia.

Divisé a mi padre en el aeropuerto

había venido a buscarme

imaginé mil respuestas cuando preguntara

porqué no había venido madre

Pero no hubo preguntas indiscretas,

tan solo una última mirada

al avión solitario parado en la pista

del que ninguna persona más se apeaba.

Había comprado cuatro pasteles, uno

por cada cumpleaños no celebrado,

conseguí un ejemplar de Grandes Esperanzas

en el instituto de mi barrio.

Apenas reconocí el libro, tome conciencia

de una verdad desagradable,

el Señor Wats había reescrito la obra

atendiendo a lo esencial, suavizando las frases,

para ayudarnos a llegar a un lugar

mas definido en nuestras cabezas,

a no ser por los nombres tan sabidos

no hubiera reconocido la obra maestra.

Me licencié, mi padre vino a verme

llevaba a María colgada del brazo

era la filipina que limpiaba la casa

y en ella se había instalado

Agradecí que vivieran juntos

ahora ellos necesitaban su espacio,

y yo no tendría que volver a Townsville

empezaría a buscar un trabajo.

 

No quería olvidar a mi madre

pero cuando evocaba su recuerdo

su imagen y voz venían a visitarme

a lomos de espantosos sucesos.

Con ella llegaban los “Pieles Rojas”

olía su miedo  como si estuviese a mi lado,

a veces quería mantener cerrada la puerta

de ese espacio donde la había guardado.

Pero madre era capaz de pillarme por sorpresa

porque ella tenía su propio horario,

abría esa puerta se ponía en jarras

para reprenderme y censurar mis actos.

 

Grandes esperanzas fue el único libro

que me regaló un mundo nuevo,

en un momento en que lo necesita

con absoluto desespero.

Me enseñó que puedes ponerte en la piel

 de otro como si fuera la tuya,

incluso cuando esa piel es blanca

y tu negra como la noche oscura.

Quise conocer el entorno del Señor Wats

me alojé en un albergue muy concurrido,

consulté la guía de teléfono

enseguida di con su domicilio.

Su esposa se llamaba June Wats

le dije que quería hablar con ella, 

que su esposo fue mi maestro

me dio la dirección de su residencia.

Dijo: -me casé con un hombre débil e imbécil,

lo pillaba con la oreja pegada a la pared

debería haberme abandonado -me dijo-

 tras ofrecerme unas pastas y té.

Grace siempre sonreía

debería haber sospechado algo

sobre todo cuando la internaron

y él la visitaba en hospital psiquiátrico.

Me habló de la afición de su esposo

por un teatro de aficionados,

me enseñó reseñas de representaciones,

 fotografías de su esposo disfrazado.

Tom llevaba una nariz roja, la reina de Saba

iba en un carrito arrastrada por él,

símbolo de la unión de sus mentes,

Grace no fue capaz de salir del papel.

 

Quise conocer la ciudad de Dickens, el hombre

que escribe de forma tan conmovedora

acerca de las penurias de los huérfanos

en una sociedad tan arrolladora.

A Dickens le  preocupaba que la casa ahogara

 las ambiciones de sus descendientes,

 quiso que sus hijos salieran al mundo

a ganarse el pan con el sudor de sus frentes:

-no sabéis cuanto lamento

en lo mas hondo del corazón

separarme de vosotros, pero la mitad

de la vida es un constante adiós.

En el mundo os haréis hombres

desarrollareis vuestras aptitudes naturales,

el dejar vuestras raíces son solo

penas que deben soportarse-

 

Fui al viejo hospicio de Brunswick Square

ahora convertido en museo,

cubren las pareces escenas pictóricas

del orfanato en otros tiempos.

Hay escenas de madres guardando cola

para entregar a sus hijos recién nacidos,

en sus caras no hay rastro de angustia

parece que fuera un acto idílico.

Había vitrinas llenas de objetos

que las madres dejaban en las canastillas,

pero al momentos les cambiaban el nombre

para comenzar una nueva vida.

Como un  médico diría cogí una depresión

pasé seis días en la cama agotada,

cuando estás en las garras de algo así

ponerle nombre  no sirve de nada.

Te sumerges en una oscura cueva

hasta que un rayito de luz se amplía

la cueva queda atrás y te encuentras

libre a plena luz del día

 

Un día sentí el deseo de hacer algo

que durante tiempo había postergado

recordé que mi voz era especial

como el  Señor Wats me había enseñado,

que era algo que no debía olvidar

cada vez que la utilizara,

que al margen de lo que me pase en la vida

nadie podría arrebatármela.

Cogí una hoja y escribí:

“Todo el mundo lo llamaba Ojos Saltones!

en medio del silencio sonreí

escuché al Señor Wats animándome

La historia de Pip era la mía

aunque yo fuera una niña y tuviera

la sangre como un resplandeciente día

y la piel como la noche negra

 

Pip era mi historia y al día siguiente

lo intentaría donde él había fallado.

Trataría de volver a casa

y reconciliarme con mi pasado.

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