miércoles, 18 de mayo de 2016

EL RINCÓN DE PILAR

Te echábamos de menos. Tras unos meses de silencio has vuelto para dejarnos otra perla de tu creatividad y buena síntesis. Bravo, bravo, bravo!
Muchas gracias por tu participación y a disfrutarlo todos.


SORIA...  ni te la imaginas

Una mañana de mayo, fría, parda

y lluviosa de primavera.

El Club de lectura Sancho III por la ciudad de Soria pasean.

Merche, Carmen, Alicia

dos Pilares y Ramón,

Encarni, Luzma e Isa

integran esta excursión.

Llegamos por la puerta de Nájera

que le hace honor a nuestra tierra,

 Miguel será el Cicerone,

es riojano de pura cepa

En Badarán vino al mundo,

en Azofra,Mamen su esposa

parece que bien congenian

los soperos con sayonas

 

¡Ay que los bares están cerrados!

¡Ay por dios que tengo urgencias!

¡Ay que me voy a la tapia

a asperjar enredaderas!

 

LOS ARCOS DE SAN JUÁN

Chiquita iglesia románica

con su claustro exterior desnudo

nada le protege del sol veraniego

ni del rigor del invierno duro.

Se alzan a los cuatro vientos

varios arcos entrelazados

bien altivos y orgullosos

como obedientes soldados.

Son los restos de un monasterio

de la orden militar “los hospitalarios

de San Juan de Jerusalén”

que en el siglo XII fue alzado.

El Duero pasa allí silencioso,

jugando está a despistarnos,

no sabemos si va o vuelve

pero hacia Oporto va navegando.

 

SAN SATURIO

Con timbre sonoro y hueco
Miguel recita la lección

sotto voce, bien dispuesto
cual erudito profesor:

-San Saturio, visigodo anacoreta

de Soria es santo patrón,

su festividad se celebra en octubre

caiga como caiga, el día 2.

Repartió sus bienes entre los pobres

cuando sus padres murieron

instruyó en preceptos cristianos

al jovencito Prudencio-

Que humilde la cueva oscura

que lo acogió a orillas del Duero

que remanso de paz le inunda,

para escuchar sus pensamientos,

un camastro sencillo y sobrio

un orinal en el suelo,

una mesa y un estante

cuatro libros, un bargueño,

y una chimenea a la que arrimarse

cuando el frío hiele sus huesos.

Dejamos en el libro de visitas constancia del paso nuestro.

 

En la parte alta de la ciudad

hay un cálido parador,

su restaurante está engalanado

para festejos de comunión.

Se intuye mirando a lo lejos

 desde sus espléndidas terrazas

vestigios de aquel heroico pueblo

que resistió al asedio: Numancia

 

EL OLMO
Llegamos ante el olmo seco

que Machado inmortalizó,

y una pareja que allí se encuentra

 pone en duda nuestra educación.

Con tono grave y sonoro truena el maestro, Ramón
y las riojanas a coro
van cantando la lección:
-Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido...

Pero hoy el sol está caprichoso

y permanece escondido,

hasta el viento del Moncayo

saca su genio mas vivo.

 

Monotonía de lluvia bajo el paraguas,

recorremos las calles donde vivió

aquel profesor sevillano

que de Leonor se enamoró.

Pobre Machado, sentado en la calle

unas gotas recorren su rostro

parecen lágrimas silenciosas

por su truncado matrimonio

-Alegra esa cara Antoñito

que ya no es tiempo de lutos,

que hemos visto a tu Leonor

le hemos dado recuerdos tuyos,

lleva el pelo emperifollado

como mandaban aquellos tiempos

aunque a algunas nos parezca

que porta un gran avispero,

sabe que a nadie amaste como a ella,

eso le llena de gozo y orgullo-

el corazón se le abriga un poco

al recibir el calor del grupo.

Se une Ángela, la estudiante,

a pesar de que en la residencia

tiene de menú ese día

                                                 su comida predilecta.

Paseamos por la Dehesa

lleno de exóticas plantas,

lugar de encuentro para la gente

de la capital castellana.

 

Y cuando se acerca el mediodía

con vinitos y torreznos

recuperamos energías

y los michelines del cuerpo.

En el pueblecito “Las Casas”

cercano a Soria comemos

espárragos, cogollos, lasaña,

alubias negras con tropiezos

y bacalao, y ensaladas,

 “secreto” para los  discretos

para los necesitados “Rabo”

¡ummm! para chuparnos los dedos.

Por cortesía de la casa

tiene, incluido en el precio

una sauna en el servicio

que te deja sin aliento,

si tocas la pared te quemas

como en el mismísimo infierno,

sales de allí con los pies fríos

pero con el trasero ardiendo.

 

Como el Duero, a veces quietos

y otras veces en marcha,

Miguel cuenta los secretos

de las calles y las plazas,

de edificios emblemáticos

donde la justicia trabaja,

de casonas señoriales

y desdentadas murallas.

Vimos monjas de clausura

que tras las rejas rezaban,

otras espían sus culpas

en el frío suelo sentadas.

 

La ciudad está silenciosa

las calles están desiertas

tal vez por culpa del fútbol,

de la lluvia o la pereza.

Sentado en unos soportales

 solitario está Gerardo Diego,

con una silla vacía a su lado

y un libro en su mano abierto,

 Su taza de café perdió el aroma

el rictus de su boca es serio,

también a él le abrazamos

para infundirle aliento.

-Río Duero, Río Duero, dijiste,

nadie a acompañarte baja-

aunque cántabro de nacimiento

llevaste a Soria en el alma

 

Antes de dar por finalizada

esta empapada excursión,

un chocolate con churros

 nos tomamos en New York,

tentación irresistible, capricho

de los dioses del Olimpo,

primeramente pecamos…

ya...después nos arrepentimos.

 

Dejamos a Ángela en la residencia

acompañada de sus amigas

un joven con batín muy mono

toca el corazón de Alicia

Con mantequilla en el bolso

e imanes para las neveras

retomamos el camino

que nos lleva a nuestra tierra.

 

Pilar  sigue a Miguel de cerca

que nos va marcando el camino

Ramón los pierde de vista

y cree habernos perdido

Con humedad hasta en los huesos

y un poquito destemplado

alguien espera ansioso el momento

de que le den calor de pecho humano

 

Con multitudinarias fiestas

que no se pierden los estudiantes

es Soria, refugio de poetas

tan chiquitita como entrañable

Aunque últimamente murmuran

las mas afiladas lenguas

que llegan sus ramificaciones

hasta tierras panameñas

Sin haber visto la catedral

ni las ruinas Numantinas

amenazamos con volver

cuando el tiempo lo permita

 

Gracias Miguel, por tu cariño,

por tu efusiva hospitalidad

y tus copiosos conocimientos,

sin ti, nada hubiera sido igual

 

*************

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario