viernes, 28 de junio de 2019

EL RINCÓN DE PILAR

Que no tienes tiempo; que no te apetece leer Cumbres Borrascosas; que lo encuentra tétrico, cruel y agobiante; que pasas de todo. Pues Pilar te brinda esta oportunidad única de disfrutar poéticamente de la obra de Emily Bronte. No hay excusas. Mil gracias poeta constante.


CUMBRES BORRASCOSAS

HEATHCLIFF
Fue a Liverpool por negocios
con la promesa de traer a la vuelta
un violín para su hijo Hindley
un látigo para su hija pequeña.
Mira lo que te traigo mujer:
es un regalo inesperado
apareció un niño que de tan negro
parecía haberlo enviado el diablo.
Parecía mayor que Catalina
pero el gitanito se negó a hablar
-¿porqué lo has traído a casa si nosotros
ya tenemos hijos propios que cuidar?
El amo había encontrado al chiquillo
en las calles de la cuidad, hambriento.
no tenía familia y traerlo consigo
le pareció el mejor de los aciertos.
Hindley ya tenía 14 años
Catalina unos pocos menos,
el Sr. Earnshaw mandó acostarlo
en el cuarto de sus hijos tras el aseo.
Los hermanos se negaron
a aceptar al intruso en sus lechos,
Elena la criada lo saco a la calle
para que durmiera al sereno.
Le pusieron el nombre de Heathcliff
que era el de un niño que los amos
tuvieron hacía algún tiempo
y había muerto hacía años.
Hindley maltrataba a Heathcliff
la señora nunca intervino para protegerle,
él acostumbraba a comportarse
como un niño torvo y paciente.
Aguantaba si parpadear los golpes
ni una lágrima vertía,
con Catalina fue diferente
pronto hicieron buenas migas.
Se enfureció el padre cuando descubrió
que su hijo maltrataba al huérfano
pues profesaba al pequeño gitano
un sorprendente y desmedido afecto.
Cuando dos años más tarde
murió la madre de los niños,
Hindley veía que el intruso le robaba
el afecto paternal y sus derechos de hijo.
La niñera compartía sus opiniones
pero cuando los niños enfermaron
cambiaron sus sentimientos pues
siempre estaba a su lado el gitano.
Se dio cuenta de que era manso,
como un cordero y muy pacífico
tal vez debido a la costumbre de sufrir
tal vez a los buenos instintos.
No es que obraba mal con el amo
sino que demostraba indiferencia
sabía que bastaba una frase suya
para que la casa se plegase a sus exigencias

El señor, para regalar a los muchachos
compró en el pueblo dos potros,
Heathcliff más rápido que su hermano
eligió el más hermoso,
pero habiendo notado al poco tiempo
que su espléndido caballo cojeaba
pidió a Hindley un cambio
pues el suyo no le agradaba:
-si no lo haces diré a tu padre
que a menudo me das palizas
le enseñaré mi brazo amoratado
y los golpes en mis costillas
diré que me echarás a la calle
cuando él ya no esté vivo,
y veremos entonces si no eres tu
el que sale de casa hoy mismo.
-Coge mi caballo, gitano,
y maldito seas intruso miserable
demostrarás a todos quien eres
cuando arranques cuanto tiene a mi padre.
El señor empezó a decaer,
había sido hombre recio y sano,
mas se volvió suspicaz e irritable
cuando las fuerzas le abandonaron.
Se ofendía por una pequeñez,
se enfurecía por imaginarias faltas,
velaba para que a su preferido
no le ofendieran con alguna palabra,
sabía que su cariño hacia el pequeño
hacía que los demás le odiasen,
se plegaban a sus caprichos y con ello
fomentaban su soberbia y su mal carácter.

CATALINA
Catalina les hacía perder la paciencia
era traviesa y caprichosa
tenía el genio pronto a la disputa
y no daba nunca paz a su boca.
Cantaba, reía continuamente,
no tenía malos sentimientos,
consolaba a quienes hacía sufrir
tenía hacia Heathcliff un excesivo afecto.
Al llegar la noche acudía
a su padre mimosamente
-vete Catalina, decía el anciano,
no me es posible quererte,
temo que haya de pesarnos
haberte dado el ser a mí y a tu madre
pide a dios que te perdone
todos tus pecados y maldades.

HINDLEY
Lo mandaron a estudiar fuera
por maltratar a su hermanastro
regresó años más tarde
con el mismo mal genio y casado.
Los primeros días su mujer
se manifestó satisfecha con su cuñada,
jugaban juntas, le hacía obsequios
andaba con ella por la casa.
Cualquier palabra de su esposa
que mostrase hacia el gitano desafecto,
volvía a Hindley mas déspota
y removía sus odios más viejos.
Lo sacó de la familiar casa lo instaló
en las dependencias de los criados,
Heathcliff toleró con bastante
resignación su nuevo estado.
Catalina le enseñaba lo que aprendía,
trabajaba con él en el campo,
crecían en completo abandono
no estorbaban al joven amo,
no conocían mejor diversión
que escaparse a los pantanos,
aunque después José golpease
al pequeño hasta que le dolía el brazo,
los muchachos volvían a buscarse
y olvidaban todo lo malo.
En una de esas salidas
se desencadenó una tormenta
en “La Granja de los Tordos”
se resguardaron del agua intensa.
Sus propietarios eran los Linton,
y acogieron a la niña con complacencia
pero al gitano en aquella casa
se le cerraron las puertas.
Catalina permaneció en Los Tordos
varios meses, pues cayó enferma,
Heathcliff se sentía abandonado
el tiempo que duró su ausencia.
La niñera le hacía bañarse
religiosamente una vez a la semana,
pero los muchachos de su edad
no suelen ser amigos del agua.
Al regresar Catalina le sorprendió
el mal aspecto del muchacho:
-huy, que negro estás -le dijo
mientras le daba un fuerte abrazo-
tal vez me he acostumbrado
a estar con Isabel y Eduardo
separándose un poco dijo entre risas
Heathcliff, ¿no me habrás olvidado?
Sintió que se burlaba de él
ni una palabra salió de sus labios,
-no pude contenerme al ver tu aspecto
pero si te lavas, estarás muy guapo-
Contempló los negros dedos
que tenía entre los suyos
-no tenías porqué tocarme, dijo,
yme agrada estar tan sucio

Se había acostado con el corazón
lleno de soberbia y el estómago vacío,
los orgullosos no hacen mas
que dañarse a si mismos.
Pasó la noche llorando,
salió de la casa rayando el alba,
Catalina se disgusto cuando la niñera
le informó de que su amigo no estaba.
Cuando regresó le dijo a Elena:
-vísteme, no quiero disgustarla,
quiero en adelante ser bueno
y recuperar su confianza,
necesito pedirle perdón
pues no es para mí una extraña,
por más que ahora la vea
más fina y mejor ataviada.
Sentía celos de la belleza de Eduardo
quisiera tener la piel blanca como él,
su dinero, su cabello rubio,
su porte altanero, su esbeltez.
Se propuso suavizar las arrugas
que tenía sobre sus ojos,
y esas espesas cejas empeñadas
en contraerse en sus enojos,
alzar los párpados sin temor, convertir
esos dos demonios en dos ángeles
y que sean amigos en donde quiera
que no haya enemigos indudables,
abandonar el aspecto de perro cerril
que justifica los puntapiés que recibe,
y que odia a todos tanto como
a aquel que se los infringe.
-Los corazones bondadosos tienen
la cara agradable -dijo Elena al mozo-
ahora, lavado y peinado puedes
pasar por un príncipe de incógnito,
quien sabe si tu padre era emperador,
y tu madre reina de la India
y con sus rentas podrían comprar
las dos haciendas reunidas,
quizás te robaron unos marineros
y te trajeron a Inglaterra,
si yo estuviera en tu caso me figuraría
estas cosas para soportar las miserias.

El joven amo encerró al chico en el desván
Catalina no paró hasta encontrarlo,
llegó hasta donde estaba su amigo
por una claraboya del tejado.
No era capaz de perdonar a Hindley
pensaba en llevar a cabo su venganza,
acertar con el plan conveniente
para que el sufrimiento le destrozara.
Parió Francisca un niño hermoso
el médico informó al amo de casa:
-el final de la madre es irremediable
debió buscarse una mujer más sana.
Una noche en que Francisca
en el hombro de su esposo descansaba,
le acometió un ataque de tos
palideció, y entregó el alma.
Hareton el niño fue entregado
a los cuidados de la criada,
tan solo con no escucharlo llorar
el señor Earnshaw se conformaba.
A Hareton le espantaba tanto el afecto
como la ira de su padre,
pues podía estrellarlo contra un muro
o ahogarlo con abrazos brutales.
Su desespero y su dolor
no se manifestaban con lamentaciones
no sollozaba ni rezaba, tan solo
renegaba de dios y de los hombres.
Le dio por entregarse a una vida
de loco desenfreno y libertinaje,
los criados no soportaron su tiranía
y partieron a otros lares.
José se quedó con sus sermones
al cuidado de aquel botarate
y a Elena, su hermana de leche
faltole valor para abandonarle.
El cura dejó de frecuentar la casa
al igual que muchísimas personas,
Catalina, con 15 años se convirtió
en una joven terca y caprichosa.
Nadie podía igualar su soberbia,
solo Eduardo Linton la visitaba
poco a poco fue convirtiéndose
en su diligente enamorada.
Poca inclinación a los buenos modales
si estaba con Heathcliff mostraba,
pero cuidaba de no parecerse a él
si con otras personas se hallaba.

Los trabajos a los que debía dedicarse
extinguieron su amor al estudio
olvidando los buenos modales
convirtiéndose Heathcliff en un bruto.
Tenía un aspecto innoble y grosero,
se complacía en inspirar repulsión
antes que simpatía a los pocos
con quienes tenía relación.
Estando Catalina con Heathcliff
llegó Eduardo Linton en su caballo,
así, teniéndolos juntos pudo
comparar a los dos muchachos.
Era como pasar de un hermoso valle
a la más oscura cuenca minera,
Linton se expresaba de un modo más suave
que el que se utiliza por estas tierras.
Quiso casarse con el vecino
porque le entusiasmaba ser
la señora mas acomodada de la comarca
y así sentirse orgullosa de él.
Amaba el suelo en que ponía los pies
el aire que le rodea y todo lo que toca
todo lo que mira y lo que hace,
y las palabras que salen de su boca.
Casarme con Heathcliff sería rebajarme
pero nunca sabrá cuanto le quiero,
hay mucho de él en mi interior
y en él se encuentra mi yo verdadero,
su alma es igual a la mía
pero la de Eduardo es tan diferente
como el rayo lo es a la luz
de la luna, o a la blanca nieve.
Antes de abandonar a Heathcliff
prescindiría de todos los Linton,
ay de quien intentara separarlos
pues no habían de conseguirlo
mi marido habrá de mirarle bien
o tendrá que soportarle al menos,
y lo hará cuando yo le hable
y conozca mis sentimientos.
Si Heathcliff y yo nos casamos
viviríamos totalmente arruinados,
si lo hago con Linton puedo ayudarle
a que se libre de la opresión de mi hermano.
Mi afecto por Linton es como hojas
de árbol que cambian con el tiempo,
el de Heathcliff es como pétrea roca
inmortal e imperecedero.
No podía prescindir de su afecto
pero con Linton se anunció su boda,
el gitano, roto de celos
abandonó Cumbres Borrascosas.

Eduardo respetaba los accesos
hipocondríacos de Catalina,
los atribuía a que estaba enferma
y esperaba paciente su mejoría.
Pero aquella dicha tuvo su fin
cuando Eduardo se apercibió
de que él no era el objeto de sus desvelos
que solo Heathcliff ocupaba su corazón:
-ya que has destruido mi palacio,
le dijo, no te empeñes en edificar
en sus ruinas una choza y hacerme
habitar en ella por caridad.
Catalina perdió la noción del tiempo
era invierno, pero abrió la ventana,
el aire glaciar soplaba sobre sus hombros
y como un cuchillo su piel cortaba.
La bruma lo invadía todo
ni una temblorosa luz brillaba,
pero mirando a Cumbres decía
que veía luces allá en la casa.

Volvió Heathcliff a su morada
quería vengarse de su enemigo
y convertir al pequeño Hareton
en un bruto y vulgar mendigo.
Mediante partidas de cartas
a Hindley fue desplumando,
consiguió hacerse con la casa
y con la totalidad de sus campos:
-le arrancaré su sangre-dijo Hindley-
lograré que todo me lo devuelva,
el infierno se volverá mil veces
más horrible con su presencia.
La hija de Catalina y Eduardo
es como su madre rubia y guapa
y en los planes del gitano la incluye
para rematar su venganza
Heathcliff sabé que Catalina le ama,
su existencia sin ella era un infierno,
fue un estúpido al suponer
que a Linton le tenía afecto:
-si él la amase con toda la fuerza
de su alma ruin y mezquina,
no la amaría en ochenta años
tanto como yo en un día.

ISABEL
Isabel Linton se enamoró de Heathcliff,
él la cortejó para fraguar su venganza,
se casaron en contra de la voluntad
de todos y la llevó a su casa.
La humilló desde el primer día
convirtiéndola en una fregona,
quería Isabel volver a “Los Tordos”
desde el mismo día de la boda.

Ella sabía que el amor no era mutuo
nunca le engañó a ese respecto
lo primero que hizo al dejar La Granja
de los Tordos fue ahorcar a su perro,
y cuando quiso ella defenderle
le oyó expresar claramente su interés
de ahogar a quien se relacionase
con los Linton , excepto un solo ser.
A veces suavizaba sus experimentos
por probar hasta donde su paciencia llegaba
y sentía vergüenza al comprobar
como, sumisa, ante él se arrastraba.
Evitaba malos actos que valieran
para que Isabel pidiera la separación
aunque no sería él quien le impidiera
que pusiera distancia entre los dos.
La satisfacción de poder atormentarla
no equivalía al tremendo disgusto
de tener que soportar su presencia
de tener que estar al lado suyo.
-Solo buscaba desesperar a Eduardo,
pensaba Isabel. casándose conmigo,
pero preferiré que me mate antes
de darle el placer de conseguirlo.
Sabe que Heathcliff le odia tanto
que no puede soportar su presencia
intuye que no va a perseguirle
a través de toda Inglaterra
cada vez que la ve, su cara se contrae
en una expresión de odio
por eso tiene que irse lejos
de Las Cumbres y Los Tordos.
Ha conseguido extinguir su amor
ya no desea que Heathcliff le mate
prefiere que se suicide él
y no aguantar su infernal carácter,
solo un gusto tan pervertido
como el de Catalina podía amarle
quiere borrarlo de su memoria
y jamás tener que recordarle.
Excitó su ira hasta un extremo
que sobrepasó su infernal prudencia,
para satisfacer su odio y desprecio
contra ella, se entregó a violencias.
Al ver que lograba exasperarle
sentía ella cierta satisfacción,
luego, se despertó en ella
el instinto de conservación.
Cada día al apuntar el alba
en su habitación se encerraba,
evitando cualquier compañía
se entregaba a fervientes plegarias
que duraban hasta enronquecer
y ahogársele la voz en la garganta,
entonces, sin que nadie la viera
cogía el camino hacia la Granja.
Hindley habló con Isabel:
-usted y yo tenemos cuentas
que arreglar con ese hombre
que tanto nos desprecia.
Estoy harto de soportarle,
pero emplear la traición y la violencia
es un arme de dos filos con la que puede
herirse el mismo que las maneja.
Hay que acabar con ese demonio
pues el acarreará de lo contrario
la muerte de usted y mi ruina,
¡ya se comporta como si fuera el amo!
Que Heathcliff nunca la hubiera amado
le costaba comprender
meses después huyó de “Las Cumbres”
a cualquier sitio alejado de él.
Isabel dio a luz en la distancia
un niño al que llamó Linton
para ensalzar de esa manera
el honor de su propio apellido


Heathcliff se dirigió a los Tordos
a encontrarse con su amada Catalina
-¿por qué me desdeñaste?- le dijo
cubriéndola de exasperadas caricias
no te mereces mi consuelo,
traicionaste a tu propia alma,
bésame, y llora lo que quieras
serán tu condenación mis lágrimas,
ni la miseria ni aún la muerte misma
hubiera logrado separarnos,
tal vez yo soy más fuerte pero no he sido
yo quien tu corazón ha desgarrado,
si me querías, ¿por qué me dejaste?
has sido tú misma quien te has matado,
¿para qué quiero yo seguir viviendo
si ya no te tengo a mi lado?
La mañana siguiente amaneció
radiante, alegre y clara,
la luz del sol iluminaba el lecho
filtrándose a través de la ventana.
Eduardo tenía los ojos cerrados,
apoyaba la cabeza en la almohada,
el cuerpo que yacía a su lado tenía
bellas facciones demasiado pálidas,
párpados cerrados, labios sonrientes,
toda ella serenidad emanabam
ella había abandonado la tierra
y había encontrado paz para su alma.
El reposo de la muerte,
nadie es capaz de quebrantar,
ves sensación de un futuro eterno
y sin sombras: La eternidad.
Informó Elena a Heathcliff
de la muerte de Catalina:
-haga dios que no reposes
mientras que yo esté vivo,
si yo te maté, persígueme
hasta que me enloquezcas
no me dejes solo en este abismo.
Contra un árbol apoyó la cabeza
parecía una fiera derrotada
a la que le ha abandonado su fuerza
del tronco del árbol manaba
regueros de sangre por su corteza.
Con la complicidad de Elena
se coló por la abierta ventana,
no podía dejarla marchar
sin despedirse de su amada.
Sin hacer ruido, en un dije
que Catalina llevaba al cuello,
metió un rizo rubio de muerta
y un mechón de sus propios cabellos.
Se invitó al señor Earnshaw
al entierro de su hermana Catalina,
quien con criados y colonos
formaron la fúnebre comitiva.
No fue enterrada con los Linton
ni entre las tumbas de los Earnshaw,
fue en una fosa en un rinconcito
cubierta con una grisácea piedra.
Las flores se ocultaron bajo la nieve
las alondras enmudecieron,
como heridas de muerte las hojas
de los árboles ennegrecieron.

El dueño de Cumbres Borrascosas
había hipotecado su casa,
Heathcliff compró su deuda
convirtiéndose en dueño de la morada.
Hareton, que debería ser el joven
más acomodado de la zona,
estaba sometido al enemigo de su padre
y vivía como criado en la casa propia,
no recibía salario alguno
era incapaz de volver por sus fueros
pues desconocía que había sido víctima
del más cruel de los atropellos.

Hareton es oro en bruto
que hace el papel de porcelana,
Linton, mi hijo, es latón que hace
menesteres de vajilla de plata,
uno tiene mil cualidades
que yo le he hecho desperdiciar,
el otro no vale nada pero tengo
poder para hacerlo prosperar,
y lo increíble es que Hareton
me adora, me quiere con locura
así he vencido a su padre que debe
estar removiéndose en su sepultura,
si el granuja pudiera levantarse
y reprocharme el mal que hago a su hijo
éste sería el primero en defenderme
ya que me considera su mejor amigo
Cuando Isabel falleció
Heathcliff reclamó a su hijo,
no permitió que se quedara
en “Los Tordos” con su tío.
Cuando la pequeña Catalina
conoció a su primo Linton,
se estableció entre ellos
el más estrecho de los vínculos.
Las primeras cartas del muchacho
parecían de colegial, tímidas y breves,
con el tiempo parecían escritas
por manos más competentes,
se expresaba como hablaría un estudiante
a una figura amorosa inexistente,
intuyéndose la mente recia del padre
guiando la del hijo enclenque.
Ella que era una explosión de júbilo
le dijo: - tu cielo parece dormido
y él: -en el tuyo me siento borracho
yo solo busco estar tranquilo.
Resolvieron probar los dos edenes
se besaron y quedaron como amigos.
Eduardo prohibió a su hija
visitar Cumbres Borrascosas,
el trato con su peor enemigo
podía acarrearle cosas perniciosas.
Pasaba junto a su hija las veladas
tanto en verano como en invierno,
y a ratos charlaba con su esposa
sobre su lápida en el cementerio.
Su enfermedad avanzaba rápida,
sabía que disponía de poco tiempo
el porvenir de su pequeña
lograba a menudo quitarle el sueño.
Que Cati se casera con Linton
no le importaría nada
si ello pudiera consolarle
de su inminente falta.
Ni siquiera le importaba que Heathcliff
se viera en esta batalla triunfante
sabía que Linton era el instrumento
que utilizaba para vengarse su padre.

Cati y Elena convencieron a Eduardo
de que una vez a la semana,
les dejara dar un paseo a caballo
por los pantanos, bajo vigilancia.
Para aumentar el patrimonio de su hija
guardaba el padre una parte de sus rentas,
pues no quería que cuando el faltase
tuviese que abandonar la casa paterna.
Que Cati se casase con Linton
solucionaba sus mayores problemas,
pero ignoraba que la vida del muchacho
se le estaba yendo con presteza.
Heathcliff trataba a su moribundo hijo
con una crueldad extrema,
quería vengarse antes de que la muerte
del chico echase sus planes por tierra.
Con medias verdades Linton condujo
a Cati hasta Cumbres Borrascosas,
Heathcliff la retuvo en su casa
hasta que se llevó a cabo la boda.
Linton se dejó caer al suelo
sintiendo un terror convulsivo
mi padre me ha amenazado
me avergüenza tener que decírtelo.
-¡Déjeme salir!- dijo Cati al gitano
intentando apropiarse de la llave-
no comeré con usted aquí
aunque me muera de hambre-
se abalanzó sobre él, le mordió,
le clavó sus afiladas uñas,
Linton agradeció que la tormenta
no descargara sobre la cabeza suya.
-mi padre se preocupará si paso
toda la noche fuera de casa-
-Cati, sálvame, cásate conmigo
y llévame contigo a La Granja
-Tu padre no era feliz cuando naciste
porque era a mí a quien amaba tu madre,
ahora, en sus últimos días, hare
todo lo posible para destrozarle,
-mi padre creerá que he huido
si muere antes de que yo vuelva
no podré soportar la vida
le suplico que me abra la puerta,
míreme, no vuelva la cara
no me ofende que me haya maltratado
¿no puede al menos compadecerme?
¿es que usted a nadie ha amado?

Eduardo Linton dejó su herencia
en manos de otros herederos
que eran personas de confianza
cuando modificó su testamento.
Cati solo tenía el usufructo
la plena posesión sería para sus hijos,
así no caerían en manos de Heathcliff
y él podría ya, morir tranquilo.
Dejó Linton salir a Cati
y que regresara a su casa
para despedirse de su padre
que en la cama agonizaba
Llego a tiempo de verlo con vida
él, con ojos extasiados la contemplaba
-voy a reunirme con tu madre- dijo
y no pronunció más palabras.
El pulso se le fue debilitando
hasta que le abandonó su alma,
murió apaciblemente con su hija
velándole junto a la cama.
Se apresuró cuanto se pudo el sepelio
los ojos de la hija secos se hallaban,
quizá por la intensidad de su dolor,
o porque no le quedaban lágrimas.
Heathcliff castigó a su hijo
por dejar marchar a Catalina,
mandó que lo bajasen al sótano,
le hizo sentarse en una silla,
ordenó salir a José y Hareton
tras dos horas solos en el cuarto,
ordenó a José que ayudara a Linton
a regresar a su cuarto.
Ahora, la presencia de su padre
le aterra más que los espectros,
se despierta por la noche gritando
¡que alguien pare este apaleamiento!
Quiso un día Heathcliff
entre sus brazos volver a tenerla,
cavó la tierra con la azada
hasta oír crujir la madera.
Sintió un suspiro junto a la tumba,
le pareció notar un tibio aliento
caldeando el aire helado
muy cerquita de su cuerpo.
Sintió que estaba allí Catalina
no en la tumba, sino a su lado
experimentó un inmediato alivio
y se sintió consolado.
-Suspendí mi trabajo en la tierra
contó Heathcliff, cubrí la fosa otra vez
juro que me acompañó a la casa
que se hallaba conmigo cuando le hablé,
la sentía a mi lado, mas no la veía,
creo que sudé sangre
de tanto como rogué
que apareciese al menos un instante.
esta situación tan desesperante,
si mis nervios no estuviesen templados
como cuerdas de violín, no hubiera
resistido sin hacerme un desgraciado.

Linton falleció a los pocos días
Heathcliff mostro a Cati el testamento
había cedido a su padre sus bienes
mientras ella velaba al padre muerto.
La herencia se refería a muebles
ya que por ser Linton menor de edad
no tenía sobre sus propiedades
el derecho de poderlas legar.
Hareton amaba a Cati en silencio
la miraba con el embeleso de un niño
un día alargó la sucia mano
para acariciarle uno de sus rizos.
Catalina dio un salto como
si le hubieran clavado un cuchillo:
-¿cómo te atreves a tocarme?
¡vete! le ordenó entre gritos.
Hareton le replicó: todos hemos
tenido que empezar alguna vez,
y todos hemos tropezado
en el umbral del saber,
si quienes ejercieron de maestros
de nosotros se hubiesen burlado
hubiéramos seguido siendo incultos
y continuaríamos tropezando.
Él se había limitado a trabajar
y hacer una vida vegetativa,
hasta que se cruzó en su camino
su hermosa prima Catalina.
La esperanza de que le felicitase
alentaba su afán de aprender,
pero ella premiaba sus esfuerzos
con mofas y profundo desdén.
Cati se volvió melancólica
se irritaba por cualquier niñería
pero empezó a mirar a su primo
de una forma bien distinta.
Si Hareton estaba presente
ella leía libros en voz alta
y en los pasajes más emocionantes
para el joven, se callaba.
Dejaba el libro sobre la mesa
a ver si el anzuelo picaba,
pero él, herido en su orgullo
abandonaba la estancia.
-¿Sabes Hareton que me gustaría
que fueras mi primo
si no te mostraras tan rudo
y tan enfadado conmigo?
No es cierto, me odia, pensaba el chico,
no quiero ser motivo de su burla,
que me trate con deferencia y respeto
es algo que no sucederá nunca.
Hareton con la cabeza agachada
no sabía dónde poner los ojos
ella se sentó a su lado
a él se le encendió el rostro:
-seamos amigos, dijo Cati,
acercándose más al muchacho,
a partir de aquel momento
dejaron de ser adversarios.
Hareton estaba unido a Heathcliff
pensó Cati-por las invisibles cadenas
que va forjando la costumbre
y era cruel intentar romperlas.
Apartir de aquel momento
su carácter se troco benigno,
y no murmuró una sola palabra
contra Heathcliff ante su primo.
Los sinceros elogios de Cati
la aplicación del chico estimulaban,
se iba librando rápidamente
de las sombras de la ignorancia.
Ala par que adquiría conocimientos
sus facciones se dignificaban,
ya no era el zafio y sucio rapaz
que revolvía entre las cuadras.
Los dos muchachos tenían los ojos
como los de la madre de ella,
aunque algunos rasgos de Cati
la hacían parecer más altanera.
Ese parecido desarmaba a Heathcliff
que cuando se acercaba al chico
para reconvenirle por sus actos
su agitación cambiaba de sentido.
Sabe que ha vencido a sus antiguos
enemigos, y ahora puede
redondear su venganza doblegando
y humillando a sus descendientes.
Pero ya no quiere molestarse
en alzar contra ellos su mano,
ni quiere deslumbrarlos ahora
con un gesto magnánimo,
ya no desea destruirles
ni siente placer en esta vida
recordar a su amada le vuelve loco
le causa un dolor de agonía.
En cada momento necesitaba
recordarse que debía respirar,
que su corazón seguía latiendo,
era como si tuviese que forzar
un muelle duro a que se mantuviese
en las posición que debe estar.
No llegó a excluir del todo
a Cati y Hareton de su compañía
le bastaba con alimentarse
tan solo una vez al día.
A veces bajo sus pobladas cejas
una expresión de alegría se notaba
y en sus dientes entreabiertos
asomaba una sonrisa extraña.
Su cuerpo, aunque no debido
al frío, a menudo temblaba,
parecía la cuerda tensa
de una malherida guitarra.
Heathcliff no salía del salón
Elena le llevó luz y pan,
en esta tarde tan reflexiva
nadie interrumpió su soledad,
Estaba acodado en el antepecho
de una de las grandes ventanas,
miraba hacia el interior de si mismo
y no hacia fuera de la casa.
Durante un breve momento
la luz de la bujía iluminó su rostro,
y la expresión de su cara causó
en la criada un terror espantoso,
con su palidez de fantasma
sus ojos negros y horrible sonrisa,
parecía un espíritu de otro mundo
llegado para impartir justicia.
Asustada soltó la lamparilla
y quedaron en tinieblas,
al poco oyeron como el amo
subía por la escalera
entraba en el cuarto que tiene cama
con tabiques de madera,
la mirada todavía perdida
y sonrisa como de otro planeta.
Sus ojos cambiaban
continuamente de dirección,
viere lo que viere le hacía
estremecerse de placer y dolor.
Quería que desaparecieran todos
de su particular universo,
supo que estaba perdiendo el juicio
quiso hacer testamento.
Cree que de nada tiene que arrepentirse
que jamás cometió injusticias,
aunque sus actos hayan destruido
por completo a las dos familias.
Es demasiado feliz y sin embargo
no lo es tanto como quisiera serlo,
la felicidad que ha encontrado su alma
está destruyendo su propio cuerpo.
Dejó detalladas las instrucciones
para el día de su entierro,
Hareton y Elena podían estar presentes
acompañando al sepulturero.
No había necesidad de cura
ni que se recen responsos,
él ya ha alcanzado su cielo
y no le interesa ningún otro.

Lo encontraron con la aurora
la ventana totalmente abierta,
dejaba que el torrente de lluvia
inundara la cama de madera.
Comprobó Elena que estaba muerto
y su corazón se le heló
al ver sus ojos que miraban
de un modo tan agudo y feroz,
Se agitaban movidos por el viento
los postigos de la ventana,
le había lastimado una mano
pero Heathcliff no sangraba,
intentó cerrarle los ojos
quitó de la frente su largo cabello,
parecía burlarse de todos,
sus labios sonreían entreabiertos.
No quiso José encargarse del cadáver
¡que el diablo cargue con sus restos!
¡fue un grandísimo malvado!- dijo
bailando alrededor del lecho-
Después hincándose de rodillas
alzó sus manos al cielo,
dio gracias de que la antigua estirpe
recuperasen al fin sus derechos.

Hareton velo todo el día
llorando con desconsuelo,
besaba su sarcástico rostro
apretaba la mano del muerto.
Solo él mostraba el dolor real
que brota de los nobles pechos
aunque estén muy bien templados
y sean duros como el acero.
Se enterró como había ordenado
Elena, Hareton, el sepulturero
y seis hombres que portaban el ataúd
completaban el fúnebre cortejo.
El joven cubrió la tumba de hierba
para que el sepulcro luciera hermoso,
hay quien dice que el fantasma de Heathcliff
se pasea por los contornos.
Otros lo han visto junto a la iglesia
y por tierras pantanosas,
y hasta hay quien lo ve en las estancias
de “Cumbres Borrascosas”
Y algún viejo del cercano pueblo
a quien quiera escuchar le jura,
que ve a Heathcliff y a Catalina
paseando en las noches de lluvia.
Elena ya no sale de noche
y teme estar sola en la morada sombría,
saber que los primos dejarían la casa
le produjo una intensa alegría.
En “la Granja de los Tordos”
se instalarán en cuanto se casen,
cuidando “Cumbres Borrascosas”
quedará José y un mozo ayudante.
Se arreglarán en la cocina,
cerrarán el resto de la casa
quedando a disposición de espectros
y enamorados fantasmas.

Hoy sigue habiendo tres tumbas
colocadas en un terraplén:
la de Linton ornada por el musgo
y la hierba que crece a su pie,
la de Heathcliff totalmente desnuda
y entre los dos, Catalina,
tal vez prendiendo la mano
a los dos hombres de su vida.
Puedes detenerte allí
de cara al cielo sereno,
siguiendo con los ojos
a las libélulas en sus vuelos.
El terreno plagado de campanillas
y coloridas pantas silvestres,
oyendo el rumor de la suave brisa
merodeando entre el césped.
Sorprende que alguien pudiera
atribuir inquietos sueños
a los seres que allí descansan
en nichos tan silentes y quietos.